domingo, 2 de diciembre de 2012

Cómo afrontar el diagnóstico

Sí, por supuesto, yo también me hundí en la miseria. Pero sólo durante unas tres horas. La noticia nos la dio un cirujano joven y antipático, buenas cualidades para un cirujano pero no para dar estas noticias. Carcinoma ductal infiltrante. Qué palabritas.

Primero pensé en mi madre, que murió en sólo unos meses de cáncer de mama y tenía una edad parecida a la mía. Pero pronto tuve otros pensamientos que me pasaron por la cabeza y que tal vez os ayuden:

- Gracias a Dios soy yo la que tiene un problema y no un hijo mío (otro día os cuento lo que pasó mi hijo mayor con 2 meses de vida. Eso sí que fue un INFIERNO) ni ningún otro niño en mi lugar.

- Ok, es cáncer, pero de mama, el que más se cura (luego supe que un 80-90%. Hubiese estado bien que alguien me diese esos porcentajes aquel día. Me habría animado mucho).

- El (antipático) doctor no me ha dado ningún pronóstico pero no porque sea un caso perdido, sino por cubrirse las espaldas y porque es un poco memo.

- ¿Cuántas mujeres están pasando un cáncer como el mío, o mucho peor? Nada de mirarse el ombligo. Nada de autocompasión (...bueeeno, vale, pero 5 minutos máximo, no más).

- Hay tantísimos casos infinitamente más graves y difíciles. Demos gracias por ser afortunados dentro de esta lotería donde nunca tocan premios sino palos.

- Hay muchas cosas que se pueden hacer para salir de esto. Tenemos un plan de acción y lo vamos a poner en marcha. Nada de fatalismos.

- Tengo 3 hijos muy pequeños. Eso no es ningún drama, sino una BENDICIÓN para que me olvide de mí misma y celebre la vida cada día.

- No dramaticemos y no nos hundamos: estamos muy a tiempo, sólo es un pequeño bultito, que no deja de ser parte de mi prodigioso cuerpo humano. La naturaleza es sabia y sabrá cómo mantenerlo a raya, sólo necesita algunas ayuditas: cirugía, medicación, y especialmente cambiar el estilo de vida. Objetivo: reforzar defensas.

- Necesito más información, mucha más información, y de la buena. Quiero saber qué está ocurriendo en MI cuerpo. Quiero que me vean los mejores médicos. Quiero hacer valer mis derechos y tomar parte en todas las decisiones.

Bueno, en general me ayudó mantener una actitud activa y no pensar que uno es el centro de todas las desgracias universales.


Cáncer, ese...mirando atrás SIN ira.

La idea de este blog es compartir con vosotros todo lo positivo que puedes sacar de pasar por un cáncer, y es mucho.

Mis amigos y familia me dicen a menudo que soy muy positiva, que tengo una fuerza y una alegría especial, y que con ella animo a aquellos que me rodean y les infundo inspiración para superar sus retos. Ojalá.

En realidad, soy tan positiva precisamente por el apoyo y cariño que me dan ellos, así que el mérito es 100% suyo. Y por supuesto a quien tengo más que agradecer es a mi padre, que me educó en la alegría de vivir, en el valor de lo pequeño, en el "no se lamente: mátelas". No fui ni mucho menos una buena alumna, pero aun así me enseñó tanto.

Un cáncer es una experiencia vital, un viaje que empieza pero nunca acaba, ni siquiera aunque te cures. Como dice Gandalf en El Hobbit "No te puedo prometer que regreses, y aunque regreses, jamás serás el mismo". Gandalf sería un buen oncólogo.

Puede sonar a tópico o a mentira, pero tengo mucho que agradecer al cáncer. Desde luego que hay mejores maneras de aprender las mismas lecciones sin pasar por esta enfermedad y sin hacérsela pasar a quienes te rodean. Pero he resultado ser un poco obtusa para la vida, y por ello Dios decidió que aprendería mejor a tortazos.